El plan de inmigración de Bernie Sanders: una respuesta desde la primera línea de lucha
Vivo en Queens, Nueva York, uno de los lugares más diversos en el país. Era tan solo una niña recién llegada de México cuando los eventos del 11 de septiembre sucedieron e introdujeron un periodo de militarización social disfrazado en discurso de “seguridad nacional.” Entre los asquerosos ataques racistas por parte del partido republicano y el pretendido apoyo de los funcionarios demócratas, la voz de inmigrantes indocumentados generalmente ha sido ignorada, particularmente cuando nuestra voz no se alinea con la de los demócratas o si vamos más allá de simplemente registrar a nuestra comunidad documentada para que voten “azul.” Esta era ha sido efectivamente marcada por la represión y el chivo expiatorio de las comunidades inmigrantes.
A pesar de pagar impuesto tenemos prohibido votar, postularnos para cargos públicos e incluso donar, recaudar fondos o hacer campaña por candidatos en la mayoría de elecciones locales y definitivamente no en elecciones estatales o federales. De esta forma se le restringe, a la sociedad civil y a organizaciones de derechos de inmigrantes, a que tomen vías electorales y legales cuales son fácilmente subordinadas a los objetivos reales del partido demócrata. La acción independiente y un compromiso autentico es el costo que se paga. Por otra parte, esto también ayuda a explicar la frustración de activistas indocumentados que se confían de la estrategia electoral del partido demócrata pero no logran obtener alguna reforma sincera, mientras tanto ven que el dinero para reprimirlos sigue fluyendo sin cesar. Parece que solo nos escuchan cuando se le interrumpe a sus funcionarios en público o hacemos acciones de desobediencia civil.
Esta marginación es interesante ya que va en contra del hecho de que los no ciudadanos pudieron participar en las elecciones locales y estatales durante más de un siglo después del establecimiento de los Estados Unidos, cuando el gobierno estaba interesado en atraer inmigrantes blancos para ocupar tierras indígenas. Para 1926, todos los estados habían prohibido a los no ciudadanos votar en las elecciones locales y estatales, pero los residentes permanentes podían votar en las elecciones federales hasta 1996.
Ese año, la Administración de Clinton aprobó la Ley de Inmigración Ilegal, que comenzó a criminalizar a todos los inmigrantes independientemente de su estatus legal. La ley convirtió en delito federal que los no ciudadanos voten en las elecciones nacionales, al considerar que cualquier voto ilegal por parte de los no ciudadanos sea un delito deportable. Desde que se aprobó esta ley y hasta la fecha ningún candidato o político ha defendido el derecho de los no ciudadanos a votar. Las leyes de 1996 hicieron más que quitarles el voto a inmigrantes, también eliminaron la mayoría de los derechos civiles y legales, independientemente de su estatus. Cerró la mayoría de las rutas a la legalización para las personas indocumentadas en el país, y amplió la lista de violaciones deportables, poniendo en marcha el comienzo de la máquina de deportación que Obama solidificó y Trump ahora está desplegando.
En estos tiempos xenófobos, la plataforma de políticas de inmigración de Bernie Sanders es la única que realmente aprovecha las demandas del movimiento de derechos de los inmigrantes y el sentimiento popular para defender y fortalecer los derechos civiles. Incluye: una moratoria a las deportaciones, el rompimiento del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la Aduana y Protección Fronteriza (CBP) en su forma actual, la abolición de los centros de detención particulares, un camino más rápido e inclusivo hacia la ciudadanía , y acceso a servicios sociales básicos. También incluye poner fin a la política de “Permanecer en México,” que impide que los solicitantes de asilo ingresen a los Estados Unidos mientras esperan una evaluación, la prohibición a países musulmanes y, lo más importante, la reunificación inmediata de los niños con sus familias. Por último, contiene un lenguaje que exige un ajuste de cuentas con las políticas estadounidenses que están causando desplazamiento masivo.
Prácticamente todos los candidatos han mencionado su apoyo a alguna versión de la “reforma integral de inmigración” (CIR) que daría a las personas un camino condicional a la ciudadanía. En el pasado, el CIR ha sido limitado y reducido para significar “la implementación de seguridad nacional primero” o “únicamente la implementación de seguridad nacional”. La propuesta de Sanders permite una reformulación del CIR y restablece la base para abordar la reforma desde una perspectiva humanitaria, con conciencia de clase, y un enfoque de la justicia. La base de apoyo de Sanders y el movimiento por los derechos de inmigrantes deberían organizar campañas y coaliciones independientes en torno a estas demandas durante y más allá de las elecciones del 2020.
Empujado a la izquierda en temas de inmigración
No se equivoquen, Bernie Sanders aún está en contra de las fronteras abiertas, pero ha demostrado ser un candidato sensible. Por ejemplo, con respecto a su posición de inmigración, al abandonar la imposición de medidas más severas a tomado un paso a la izquierda. Seguidores bien intencionados de Bernie atribuyen esto, erróneamente, a la radicalización de los movimientos laborales y a otros movimientos sociales. Sin embargo, su trayectoria política, especialmente en temas de raza e inmigración, realmente resalta lo contrario; como a la influencia de personas indocumentadas que ha contratado para su campaña, o a activistas radicales, demócratas socialistas y progresistas como Alexandria Ocasio-Cortez, que recientemente lo respaldaron.
La nueva plataforma de Sanders, revelada poco después de obtener el respaldo de Ocasio-Cortez, incluye muchas demandas que la propia Ocasio-Cortez se vio obligada a incorporar como respuesta a las exigencias de organizaciones de base independiente en su distrito. Esto incluye organizaciones como DRUM, Adhikaar, African Communities Together y Queens Neighborhoods United, que han defendido el fin a la criminalización de la migración. De hecho, después de reunirse con estas organizaciones, Ocasio-Cortez organizó una reunión abierta al público en Corona, Queens, en donde ella anunció oficialmente su apoyo para desmantelar el Departamento de Seguridad Nacional (DHS). También ha expresado su apoyo a la revocación de la “Ley de Inmigración Ilegal”, ponerles fin a los centros de detención particulares, e invertir en servicios sociales restaurativos para abordar el trauma colectivo que inmigrantes han enfrentado en las últimas décadas. La plataforma de Bernie Sanders hoy incluye esas mismas demandas y ha correctamente identificado la necesidad de deshacer las prácticas xenófobas desarrolladas después del 11 de septiembre.
Desde una perspectiva electoral, la plataforma de inmigración de Sanders debería ser adoptada por el candidato demócrata que termine enfrentándose a Trump en noviembre 2020, ya que su campaña de reelección se centrará en una mayor represión a las comunidades inmigrantes.
Abordar el imperialismo estadounidense en América Latina
Lo más interesante para mí, como mujer inmigrante mexicana, es que su plan de inmigración incluye intenciones de “convocar una cumbre hemisférica con los líderes de los países latinoamericanos que están lidiando con crisis migratorias y desarrollar medidas viables para estabilizar la región.”
Esto es algo que ningún otro candidato o programa electoral ha asumido. Se abre el espacio para cuestionar las políticas intervencionistas de los Estados Unidos, que han fomentado los desplazamientos en masa, en América Latina y el Caribe. Dadas las convulsionadas explosivas que estallan en muchos de los países, por ejemplo en Haití y Honduras, que siguen afrontando una “crisis de inmigración”, es imperativo que Bernie Sanders aclare su posición con respecto a estos conflictos.
En 1980, cuando era alcalde en Vermont, rechazó la intervención de Estados Unidos en América Latina, específicamente en Nicaragua, donde Estados Unidos apoyó el derrocamiento del gobierno Sandinista.
Sanders aún no ha hablado sobre las luchas populares tomando lugar actualmente en Haití, Honduras, Colombia, Brasil, Ecuador y Chile. Ha tenido aún menos que decir sobre los intentos de golpe de estado en Venezuela apoyados por Estados Unidos y ha ofrecido solo unas pocas palabras para oponerse a lo que está sucediendo actualmente en Bolivia. Mientras tanto, el estado continúa ayudando a los movimientos de derecha y las fuerzas represivas estatales en toda la región para asegurar los intereses corporativos de los Estados Unidos. Si no puede confrontar las realidades del imperialismo estadounidense, cualquier esfuerzo para ganar justicia para los inmigrantes será aturdido.
Por ambicioso que pueda parecer la propuesta de inmigración de Sanders, particularmente en querer hacer una evaluación sincera del impacto de las políticas estadounidenses en América Latina, el no incluye o menciona en su plataforma de política exterior ningún plan para reunirse con las naciones que enfrentan una crisis de inmigración.
Nuevos movimientos
Activistas indígenas, negros, afrolatinos, caribeños, centroamericanos y sudamericanos, a lo largo de la última década, han progresivamente exigido más y se han organizado a través de varias esferas y sectores de sus sociedades. Esto se ha extendido de la academia al lugar de trabajo, y de la sociedad civil a los medios de comunicación. Los movimientos imbuidos con política identitaria han destrozado la idea de que vivimos en un país posracial y han llevado a una generación de personas de color, inmigrantes e indígenas a estar más dispuestos a desafiar el statu quo.
Del movimiento de inmigrantes juvenil, hasta el de Black Lives Matter, y Standing Rock; las luchas contra la xenofobia, el racismo y la destrucción del medio ambiente están siendo dirigidas por los más afectados por ellas: personas de color.
Por ejemplo, en el 2014, cientos de mexicanos a través de todo los Estados Unidos se organizaron para dar le la bienvenida y luchar junto a los padres de los 43 estudiantes indígenas mexicanos de Ayotzinapa que fueron desaparecidos por el ejército mexicano, un ejército que, durante la última década, ha sido entrenado por las fuerzas estadounidenses.
Estando en los EE. UU. los padres y activistas le exigieron fin a la estrategia de los EE. UU., denominada “Plan Mérida,” cual autoriza el financiamiento para la capacitación policial “antidrogas.” Este plan fue modelado después del anterior “Plan Colombia”. Se suponía que estos planes ayudarían a ganar la Guerra contra las Drogas en sus respectivos países. El resultado ha sido muy diferente. Desde que se implementó el Plan Colombia (2001) y el Plan Mérida (2008), la violencia por parte de el estado contra los movimientos sociales, civiles y migrantes se ha intensificado, la impunidad y la corrupción en la policía y el ejército han aumentado, y el tráfico de drogas continúa creciendo y expandiéndose.
Plan Mérida se transformó a el Plan Frontera Sur, una política que facilita el intercambio de información, incluyendo la biometría, entre las agencias de control fronterizo de los Estados Unidos, México y Centro América. Se ha convertido en la puerta de entrada para que EE. UU. exporte sus prácticas violentas y letales de control fronterizo a la región. El Plan Frontera Sur fue planeado hace muchos años, sin embargo, entre más y más caravanas migrantes centroamericanas se dirigieron a los Estados Unidos, su implementación aceleró. Recientemente, un día después de reunirse con Trump, sobre la “crisis en la frontera entre Estados Unidos y México, el gobierno mexicano rápidamente implemento el Plan Frontera Sur.
En la recorrida, dedicada a la construcción de alianzas políticas con mexicanos y mexicoamericanos, de los EE. UU los padres de Ayotzinapa observaron el racismo y la xenofobia local. Activistas organizaron reuniones entre los padres de víctimas de la brutalidad policial con los padres de Ayotzinapa y crearon una poderosa conciencia colectiva, vínculos con respecto a la militarización, la colaboración inter imperialista y la impunidad policial a nivel internacional. Muchos de los padres de Ayotzinapa asistieron a las protestas locales de Black Lives Matter y emitieron declaraciones de apoyo a las personas negras que enfrentan el racismo y la brutalidad policial en los EE. UU, condiciones similares a las que enfrentan los mexicanos indígenas en sus países de origen.
Si bien esos esfuerzos no dieron como resultado el fin del Plan Mérida, o la justicia para las víctimas de la brutalidad policial aquí o en México, imprimió en toda una capa de inmigrantes, jóvenes negros y latinos la importancia de la interseccionalidad en las luchas por la justicia a el nivel internacional. Una generación emergente que es más diversa, más transnacional y consciente de su identidad política que las generaciones pasadas está haciendo las conexiones entre nuestras políticas de inmigración y el imperialismo. Para el año 2050 el pueblo latinx se convertirán en un tercio de la población de los EE. UU y están encontrando su voz para desafiar el racismo contra los latinxs en los EE. UU y su conexión con el imperialismo en América Latina.
En los últimos años, los latinxs en los Estados Unidos han sido politizados por las ofensas racistas de Trump contra los inmigrantes, las convulsionadas que han estallado en toda América Latina y las campañas de solidaridad con personas de toda la región. Manifestaciones de solidaridad en apoyo a las caravanas de migrantes centroamericanos llegando a la frontera fueron organizadas por latinxs. También se han movilizado para protestar por los asesinatos de ambientalistas y líderes y activistas de izquierda. Por ejemplo, en la ciudad de Nueva York se llevó a cabo una vigilia y protesta en el 2016 para honrar a Berta Cáceres quien fue asesinada en Honduras en el mismo año. Otro ejemplo es la manifestación en honor a la política socialista-feminista Marielle Franco quien fue asesinada en Brasil en el 2018.
A principios de este año, Bolsonaro canceló un viaje programado a la ciudad de Nueva York, culpando a los manifestantes, en su mayoría latinx, que marcharon en Manhattan en contra de su visita. Luego, en julio, las protestas masivas en Puerto Rico pidiendo la renuncia del gobernador inspiraron protestas similares en Nueva York, alimentando un resurgimiento de la cuestión de la independencia de la isla. Y el mes pasado, protestas en los EE.UU. se llevaron a cabo en solidaridad con el presidente de Bolivia, Evo Morales, quien fue derrocado en un golpe de estado dirigido por la derecha alineados con la policía y el ejército. Todas estas acciones revelaron de manera muy explícita el apoyo de los Estados Unidos a las fuerzas de derecha en América Latina quienes rechazan la llamada “marea rosa” de los gobiernos de izquierda.
Organizando a través y más allá de las elecciones
La plataforma actual de Sanders es el resultado de personas y organizaciones que lo empujaron hacia la izquierda. Esto incluye a personas de color que retaron, en el 2016, sus posiciones o falta de posiciones hacia el tema de racismo. También incluye activistas indocumentados que desafiaron al Partido Demócrata, en general, a romper con las políticas represivas expandidas bajo Obama y ahora desatadas por Trump. No incluiría exigencias tan audaces, como una rendición de cuentas a las agencias de policiacas, si Alexandria Ocasio-Cortez no hubiera sido desafiada por activistas de base y presionada para incorporar la despenalización de inmigrantes en sus propias perspectivas políticas, y por extensión, las de Bernie Sanders.
Hoy, los activistas por los derechos de los inmigrantes deben exigir que el plan de inmigración de Bernie Sanders sea el estándar mínimo para cualquier candidato que dependa del voto latino. Los socialistas organizados y otros que apoyan la campaña de Sanders deberían aprender, apoyar y alinearse con las comunidades de inmigrantes y sus organizaciones para luchar juntos por estas reformas.
A principios del siglo XX, el Partido Socialista en los EE. UU ayudó a organizar e incorporar a los trabajadores inmigrantes en federaciones alineadas con el partido en función de sus afiliaciones lingüísticas, nacionales y culturales. Este método reconoció la necesidad de la autodeterminación, que luego sentó las bases para la solidaridad, la participación y la acción coordinada. Si los socialistas en ese momento podrían conectarse con comunidades de inmigrantes que no hablan inglés, entonces nosotros también podemos hacerlo hoy.
Si Bernie Sanders pierde las primarias, los activistas inmigrantes y los socialistas organizados tendrán que presionarlo para que luche dentro del Partido Demócrata y que su plataforma de inmigración sea ocupada por quien gane.
Teniendo esto en cuenta, coaliciones y comités organizadores ya se deberían haber formado. Deberíamos pedir la abolición de ICE y el DHS, la derogación de la “Ley de Inmigración Ilegal de 1996” y la oposición activa a la intervención estadounidense en América Latina. Esto incluye específicamente poner fin a él Plan Frontera Sur, la Guerra contra las Drogas y las políticas de libre comercio que producen la desigualdad y el desplazamiento. Los partidarios de Sanders y los socialistas organizados deben seguir el ejemplo de los activistas latinx y dedicar sus esfuerzos a ponerle un fin a las políticas deshumanizadoras que aterrorizan a las comunidades de inmigrantes, mientras que al mismo tiempo resisten activamente a las causas fundamentales de la migración: el imperialismo.
Eso es lo que se necesitará para que la izquierda construya verdaderamente un movimiento interseccional e internacional contra las fronteras capitalistas y para la liberación de los pueblos y sus tierras.
Traducido del inglés por Eric Nava-Pérez.
Lupita Romero an undocumented Xicana of indigenous roots who resides in Queens, New York. She is a writer and self-taught mixed media artist. She works as a legal advocate for low income New Yorkers and is a proud union member with the Legal Services Staff Association.