Revolución Contra el Fascismo
El artículo anterior comenzaba con el difunto Franz Neumann sobre el fracaso de votar por el menos malo contra Hitler. Este fue el camino que eligieron los socialdemócratas alemanes como él, aquellos que priorizaron salvar sus propios privilegios de clase media antes que detener el fascismo. El presente artículo explora el camino que los socialdemócratas no eligieron, el camino de lo que él llamó “revolución política”.
Esto no es lo que los socialistas democráticos de hoy como Bernie Sanders, AOC, y el “Escuadrón” quieren decir con la frase. Lo que quieren decir es una versión más conservadora de lo que Neumann argumentaba en contra. Defienden una versión más conservadora de la socialdemocracia que fracasó contra los nazis.
En última instancia, los socialdemócratas Alemanes, al igual que los liberales, progresistas y muchos socialistas democráticos de hoy, querían salvar la sociedad capitalista que les permitió alcanzar su versión del Sueño Americano. Acabaron sacrificando a todos los demás en el proceso. Al final, los socialdemócratas incluso se sacrificaron a sí mismos.
¿Qué es una revolución?
Puede resultar difícil entender qué constituye y qué no constituye una revolución. La izquierda actual sigue estando dominada por quienes pertenecen a las clases medias, incluida la “clase profesional-empresarial”. Al igual que los socialdemócratas contra los nazis, demasiados izquierdistas de clase media utilizan una forma de manipulación para conseguir y mantener sus privilegios.
La distorsión más popular de la revolución en la izquierda actual proviene de un académico ya fallecido llamado Erik Olin Wright. Utilizó la expresión “transformación rupturista” en lugar de revolución y la resumió con esta breve frase: “Destrozar primero, construir después”. [1] Se trata de una caracterización muy engañosa.
El comunista ruso Vladmir Lenin suele ser etiquetado con más frecuencia como supuesto defensor de este punto de vista. La gente dice entonces que la revolución siempre conducirá al desastre del totalitarismo, como ocurrió en Rusia bajo Stalin, lo cual es falso. Lenin abogaba absolutamente por “Destrozar el Estado”, como él lo llamaba, lo que significaba derrocar el capitalismo y su gobierno.
También creía que era necesario construir una fuerza de combate organizada como alternativa antes de una revolución, para llevar a cabo la propia revolución. Sin esa alternativa, creía que la clase obrera que llevara a cabo la revolución se vería obligada a depender de la burocracia del gobierno existente para gestionar la economía, lo que, en su opinión, acabaría en desastre.
Por eso, en vísperas de la Revolución Rusa de 1917, Lenin hizo el famoso llamado “¡Todo el poder a los soviets!”. Volveremos a los soviets dentro de un momento. La revolución fue catalizada en defensa, lo que es importante al considerar la amenaza del fascismo hoy en día. Actuando en nombre del Zar (el rey ruso), el comandante en jefe del ejército ruso atacó lo que entonces era una república recién formada. El ejército quería devolver al zar al poder.
Los habitantes de barrios y lugares de trabajo de todo el país formaron soviets, también conocidos como asambleas o consejos democráticos de trabajadores, para defenderse ycontraatacar. Entonces lanzaron huelgas generales en todo el país, tomaron los centros de trabajo, los comunalizaron y los gobernaron a través de los soviets. Ésa fue la revolución. Franz Neumann acabó por convenir en que ése era el camino necesario contra el fascismo, frente a la vía de la semidictadura.
Lenin abogaba por “aplastar el Estado” y creía en la necesidad de sustituir inmediatamente el capitalismo y su gobierno con algo parecido a la Comuna de París de 1871, que también fue catalizada en circunstancias defensivas similares. [2] Quería que el gobierno y la economía fueran una comuna democrática de comunas a escala nacional. También creía que todas las fuerzas armadas de autodefensa debían organizarse en lo que él llamaba un “estado obrero”, que debía “marchitarse” una vez derrotada la amenaza de la contrarrevolución. [3]
Desgraciadamente, aunque la revolución obrera se extendió a otros países, los soviets sólo pudieron tomar el poder en Rusia. Esto dejó al país aislado y abierto a la contrarrevolución que condujo a la dictadura de Stalin. A pesar de lo que puedan decir los propagandistas de la clase media, eso no significa que todas las revoluciones estén destinadas a acabar en el totalitarismo. Eso es sólo lo que dice la gente que teme arriesgar el poder de su clase profesional-empresarial y que puede permitirse esperar a ver cómo se desarrollan las cosas antes de asumir ningún tipo de compromiso real. También es una política genocida basada en el sacrificio de los más vulnerables.
Las elecciones de 2024 y la alternativa revolucionaria
Por el contrario, tenemos que construir nuestro propio equivalente de los soviets en todas partes, organizados en una fuerza coordinada que pueda detener la economía, tomar los lugares de trabajo y comunitarizarlos para que podamos hacer una revolución que ponga fin al capitalismo. Esto requiere que aquellos cuyo trabajo hace que nuestra economía funcione y genera todos los beneficios, la clase obrera, reúna a los lugares de trabajo y a las comunidades y construya la capacidad colectiva para la huelga. Eso es lo que deberíamos estar organizando y planificando, en lugar de seguir dependiendo de la tonta idea de que el gobierno y un sistema capitalista reformado nos salvarán del fascismo.
Para ello es necesario preparar a todas nuestras fuerzas, las que creen que una revolución es necesaria y posible. Esto no quiere decir que una revolución vaya a surgir de una sola huelga en torno a las elecciones de 2024. Pero la única manera de que la revolución sea posible es si construimos una fuerza de lucha coordinada, lo que Lenin llamó un “partido revolucionario”. Necesitamos desesperadamente volver a poner sobre la mesa una revolución obrera. Necesitamos desesperadamente construir una fuerza de lucha organizada, incluso ahora en medio de la urgente necesidad de detener el apoyo del gobierno de EE.UU. al genocidio de los palestinos por Israel.
De aquí a las elecciones de noviembre de 2024, tenemos que construir un partido que reúna a quienes luchan en todos los terrenos, a quienes están dispuestos a luchar. Desde la liberación Palestina hasta la defensa de la hora de leer “Drag Story Hour” y más allá, necesitamos construir un frente unido revolucionario para estar preparados para lo que nos depare el final del año… porque podría ser bastante horrible. Sin embargo, al construir un partido revolucionario y un frente unido contra el fascismo ahora, podemos darle la vuelta a la situación contra los fascistas y cualquier semidictadura demócrata, incluso en lo que de otra manera podría parecer el más oscuro de los momentos.
Traducido por Josué Ammerman.
NOTAS
[1] Erik Olin Wright, Envisioning Real Utopias, (Nueva York: Verso Press, 2010). P. 303.
[2] V. I. Lenin, El Estado y la Revolución. Pekín: Foreign Languages Press, 2020). P. 37-57.
[3] Ibíd., 83-100.
Atlee McFellin vive en East Cleveland, Ohio, y es originario de Battle Creek, Michigan. Fue criado en gran parte por su difunta abuela materna, que nació en el seno de una familia católica de clase media y creció en la Alemania de Hitler.