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Un Sistema Totalmente Arbitrario y Explotador

Llegar a los 55 años para muchos hombres de clase trabajadora se está convirtiendo en una amenaza persistente, en un miedo real que podría cambiar sus vidas de manera drástica.

¿Qué pasa a los 55 años actualmente, que provoca perder el sueño en muchos hombres?

La crisis económica, la falta de empleo y las altas rentas golpean fuertemente a un gran sector de hombres y mujeres de esta edad. Especialmente hombres que representan el sostén de la familia, y que son arrastrados ferozmente por cada una de las situaciones ya mencionadas. Y es que la recesión económica a raíz de la pandemia ha puesto de picada el sostén de los alquileres, pues cada vez resulta más difícil pagarlos con un salario de miseria. Por otra parte, los grandes cambios en la forma de trabajar también han provocado desempleo. Durante la pandemia del 2020 y hasta el 2021 lo que faltaba era mano de obra, y cuando se reactivaron todos los empleos cambió la cara de la moneda porque hubo un repunte en los solicitantes a puestos de trabajo, y ahora son las empresas las que vuelven a tener el sartén por el mango.

Analicemos por un momento la vida de un hombre que desde los 25 años ha vivido en el mismo apartamento, tal vez solo, después con su esposa, y posteriormente, con sus hijos, formando una familia. Su trabajo es la fuente principal con la cual cubre los gastos de renta, comida, gasolina, gastos médicos, ropa, estudios de sus hijos y todos los demás costos que se generan en el diario vivir.  A lo largo de treinta años este hombre da a la industria en donde trabaja arduamente y con dedicación, sus mejores años, representando la fuerza laboral que genera la producción codiciada por las empresas, o sea, la fabricación de producto. En pocas palabras, este hombre forma parte de la mano de obra que genera ganancias económicas a los empresarios a través de su trabajo, al mismo tiempo que da al país y a la sociedad su fuerza, vitalidad y juventud—toda su etapa productiva, tan necesaria, y codiciada.

Lamentablemente cuando llega a la edad de los 55 se vuelve vulnerable porque, aunque se le considera todavía con fuerza para laborar, está a pasos de la jubilación, y por otro lado, la competencia entre los más jóvenes cada día es mayor, descalificando para varias posiciones de trabajo. Si este hombre ahora de 55 años es de los que han quedado desempleados, será muy difícil competir contra un mercado cada vez más joven y preparado.

Es posible que encuentre un empleo, pero será uno mal pagado, sin beneficios porque difícilmente le darán las 40 horas de trabajo—una práctica arbitraria utilizada por las empresas contra los trabajadores, para negar los beneficios. Entonces ese hombre que era tan necesario como mano de obra se vuelve vulnerable, convirtiéndose en víctima de la industria depredadora, y en desechable a un sistema explotador y para una sociedad egoísta, ingrata y sin conciencia. La industria descalifica por debajo de la mesa a quienes ya no están en la mejor edad productiva, el sistema empieza a ver como carga a este hombre a pesar de todas sus contribuciones, y de ser él mismo quien pagó con su trabajo lo que el gobierno debe ofrecerle si está desempleado o deshabilitado; y la sociedad simplemente no tiene memoria para este hombre.

Ahora, sin empleo, o ganando una miseria este hombre se enfrenta a otro monstruo devorador: los dueños de la vivienda de renta quienes ante “la indiferencia”, y la falta de ganas de políticos y gobernante para legislar leyes que controlen las rentas, permiten que los costos se incrementen indiscriminadamente haciendo imposible pagarla con un salario por debajo del coste de vida. No es necesariamente una simple indiferencia por regular las rentas, es un acuerdo no escrito entre los dueños y los políticos, para enriquecer más a quienes rentan propiedades, con la ayuda de los representantes de los ciudadanos, pues es claro lo que reciben estos representantes públicos a cambio de mantenerse callados, abstenerse, o apoyando abiertamente a “los dioses de la tierra”.


Estamos viviendo una terrible época de enriquecimiento por parte de los renteros, que explotan inhumanamente éste momento de crisis para volverse más ricos.


Después de 30 años rentando el mismo lugar, la avaricia de los dueños llega hasta él y lo pone en riesgo de desalojo. Estamos viviendo una terrible época de enriquecimiento por parte de los renteros, que explotan inhumanamente éste momento de crisis para volverse más ricos. Creo que históricamente las rentas han subido como nunca.

He aquí la razón por la cual los hombres de 55 años se vuelven más vulnerables al llegar a esta edad, y tristemente se ve en aumento cómo personas de esta edad están en plena crisis de perder el lugar en donde viven, debido a todo lo que ya he escrito. Otros más ya no pudieron aguantar la presión de los costos y han terminado viviendo en refugios, en sus autos, o en la calle.

¿Cómo es posible que un país de primer mundo no tenga vivienda segura para las personas que están saliendo, o a punto de salir de la etapa de productividad? ¿Que no existen programas serios, que apoyen íntegramente a estos hombres que lo han dejado todo en sus trabajos? ¿Por qué el sistema no ha hecho nada para proteger de manera digna, a quienes llegan a una edad en la cual ocupan la asistencia para vivir con decoro? ¿Por qué no se les protege de los desalojos y altos incrementos de renta?

No es necesario aclarar, o quizá sí, que al ser desalojados los antiguos inquilinos, los dueños medio arreglan las unidades y las rentan al doble, y obviamente a los voraces dueños les conviene ganar el doble por el mismo apartamento, y en ocasiones hasta el triple porque su ambición no tiene un tope.

Por esa razón esta práctica sigue extendiéndose especialmente en áreas en donde los desplazamientos aumentan, porque la gentrificación llega de manera rapaz y se deshace de todo y de todos para encarecer el área. Y lo repito, en estas maniobras chuecas los más afectados son los hombres de 55 en adelante, pues ya no tienen ni fuerza ni juventud para empezar de nuevo, ni la oportunidad de competir por un buen trabajo con un salario competitivo con el cual puedan pagar otro apartamento.

Horrorosamente los dueños exigen la renta de un mes, más el depósito que equivale a otro mes de renta, y con lo carísimo que están los alquileres, ¿cómo carajos podrá pagarla un hombre de 55, sin edad productiva y sin un empleo bueno?

Tristemente esta es la realidad que viven muchos hombres de 55 años, quedando en el limbo. El motivo es porque para unos no están suficientemente viejos para dejar de trabajar, porque el sistema cada cierto tiempo aumenta la edad de jubilación exprimiendo lo más que puede a los trabajadores. Pero por el otro lado están los que dicen que ya son demasiado viejos para realizar ciertas tareas y prefieren contratar jóvenes, de modo que, ¿cómo le hacen? ¿Hay algo en el sistema y en la sociedad que deba cambiar?

En algún momento quienes aún son jóvenes llegarán a esta edad de los 55, hay que pensar en eso y no creer que están exentos de vivir esta pesadilla, no importa si eres obrero, burócrata o tienes un excelente empleo. He visto vivir en la calle personas que agarraban buenos cheques pero que fueron despedidos, y de la noche a la mañana ya eran desempleados. Todos estamos en la cuerda floja, sobre todo en un sistema totalmente arbitrario y explotador.

Sara García Molina nació en Coyoacán, CDMX, y creció en la fronteriza ciudad de Tijuana. Es escritora autodidacta, y autora de cuatro obras publicadas. En 2001 cursó un Diplomado de Periodismo en La Salle, Tijuana B.C., avalado por el AMPE (Asociación Mexicana de Periodistas y Escritores). También pertenece al NWU (Sindicato Nacional de Escritores de Estados Unidos), a la IFJ (Prensa Internacional)… y al FIF (Freelancer isn't Free). Actualmente radica en San Diego, CA.

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