Abriendo la frontera a través de la lucha de clases y solidaridad
El capitalismo norteamericano se ha transformado en dos realidades superpuestas, y aun así totalmente contradictorias para el capital y el trabajo. En ninguna parte es esto más evidente que observando lo que ha sucedido entre los Estados Unidos y México en las últimas tres décadas. A través de los auspicios del estado, sus dos principales partidos políticos y sus homólogos menores a través de las fronteras nacionales, la clase capitalista de los Estados Unidos ha transformado la región en una economía singular para el capital sin fronteras.[1]